jueves, 29 de agosto de 2013

Musashi 3. La luz perfecta (Eiji Yoshikawa)

Siguiendo las aventuras de Musashi, llegamos a su tercera y última parte. La primera destacaba por su lirismo y su gran sentido de la aventura, mientras que la segunda fue mucho más irregular, perdiendo mucha emoción ya que Musashi se había convertido en un samurái de tal calidad que nada de lo que hacía tenía gracia, era obvio que le iba a salir bien. Ahora bien, ¿ pudo el autor remontar la historia en la última parte?

Título: Musashi 3. La luz perfecta
Autor: Eiji Yoshikawa
Título original: Musashi III

“En su peregrinar por Japón, la fama de Musashi ha ido aumentando a la par que su creciente dominio del Camino de la Espada. Convertido en un espadachín ejemplar, los grandes señores del Japón feudal quieren emplearlo y hacer de él su siervo, convencidos de la tremenda valía de su brazo. Sin embargo, Musashi no es el único guerrero cuyo nombre está en boca de todos: como él, Sasaki Kojiro se ha hecho con una reputación sin parangón. Convertidos ambos sin discusión en los dos espadachines más importantes de su tiempo, sólo uno de ellos puede quedar como el más grande, en una batalla épica e inmortal.”

Y la impresión que me ha dado es… Buff…. El segundo libro parecía desembocar en la confrontación entre Musashi y Kojiro, que al final no se produjo. El autor decide ahora separarlos para asegurarse que no pelean, centrándose a continuación en describirte el clima político del momento y cómo los nobles intentan “fichar” a tales afamados espadachines. Mientras tanto, usa al resto de personajes para ir ilustrando como vive el pueblo y los cambios sociales que se van sucediendo a raíz de los cambios en el gobierno. A priori, puede parecer interesante, pero la cosa va dando bandazos temáticos de un lado a otro, como si el autor no supiera decidirse por dónde tirar. 

Tan pronto hablamos del sucesor del shogun como se mete una trama de espías que desaparece, pasan seis meses, Otsu quiere vivir con Musashi, Otsu no quiere vivir con Musashi, pasan dos años, damos protagonismo a los secundarios para tratar otros temas, un secundario desaparece porque sí y no vuelve a aparecer…

Esto hace que la mitad del libro sea muy caótica. El autor no se centra en nada y, aunque los sucesos son interesantes, cuesta seguir el hilo. Luego, parece que al autor le dijeran “No la cagues más y céntrate en acabar la historia”, cosa que hace. La mitad final del libro es un único arco argumental basado en la confrontación final e inevitable de los dos samuráis, que se aprovecha para cerrar todas las tramas y llegar al punto final del libro. Al estar más centrado en el tema, la historia vuelve a coger la gracia de su inicio, cerrándose satisfactoriamente con el happy ending de rigor. Se fuerza un poco algunas historias de los secundarios para cerrarlas felizmente, pero era obvio en una historia de este estilo que los buenos van a triunfar y los malos acaban muertos o redimidos.

En este libro, tanto Musashi como Kojiro pierden mucho protagonismo. Ambos están tan por encima de los demás que su participación en la acción no tiene gracia. El autor los retira y durante mucho rato los actores políticos entran en escena, debatiendo que hacer con ellos. Este aumento de las tramas políticas ayuda a situar qué pasaba en el país durante la época y está escrita de manera muy divulgativa, añadiendo muchos detalles de la sociedad de la época (que sirven para entender cómo está organizada la sociedad japonesa actual), eso sí, quizás dedicar un tercio del libro a esto es excesivo.

Sorprendentemente, quien coge más protagonismo es la vieja Osugi. Sigue considerando a Musashi como el responsable de que su hijo fracasara como samurái y no ceja en su empeño en hacer la vida imposible a Musashi y a Otsu. Su nivel de psicosis e imaginación para atormentar a la pareja no deja de aumentar, empezando a perder el sentido de la realidad, pero conmoviendo a todos en su determinado empeño.

El dúo Matahachi/Akemi sigue mostrándonos el día a día del pueblo japonés de la época. Esta pareja de egoístas y aprovechados ha sufrido mucho los estragos de la vida. Durante los dos primeros libros odian a Musashi, al que consideran responsables de sus desdichas, pero poco a poco, derrotados por la vida, van comprobando que su egoísmo es el principal culpable de que la vida les haya tratado mal.

Los dos chicos, Jotaro y Iori, hacen el papel de alumno de Musashi, para que así éste nos ilustre sobre el Camino del Samurai. Jóvenes e impetuosos, están cortados por el mismo patrón, tanto que a veces cuesta distinguirlos. Igualmente, las historias de ambos dan muchos bandazos, cambiando mucho de lugar y tema, lo que acaba haciéndose confuso en algunos momentos.

Otsu sigue en su papel de enamorada resignada con su destino. Amable, dulce y atenta, peca de pasividad en muchos momentos. Se dedica a sufrir por su amor y a no hacer nada. Un poquito más de sangre se hubiera agradecido, ¡que ser feliz no es tan difícil!

Podemos considerarlo como un final “correcto” para la saga. El libro da demasiadas vueltas al principio, pero cuando se centra en el último arco, acaba con gracia. Los personajes evolucionan coherentemente, a pesar de que Jotaro/Iori se parecen demasiado para mi gusto. Asimismo, se lee muy fácil, manteniendo el lirismo que ha caracterizado a los libros anteriores. Aunque seguro gustará a los ánimos de aventuras de capa y espada, sigue siendo inferior a la primera parte (pero a grandes rasgos, superior a la segunda), lo que acaba fastidiando un poco, viendo el inicio tan prometedor que tenía la saga.

Nota: 5
Nota anobii: 4.5/5

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